domingo, 15 de noviembre de 2009

El templo del rey Salomón.


No existe una descripción del templo similar a lo que la Biblia proporciona del construido en Jerusalén por el rey Salomón.

La importancia simbólica adquirida por el paso del tiempo, primero entre los judíos que lo vieron destruido y reconstruido, para arruinarse definitivamente, luego entre los cristianos, que lo convirtieron en un signo de identidad del templo cristiano por referencias, le convirtió en objeto de análisis continuo a través de los siglos. Se intentaron reconstrucciones hipotéticas y hasta nuestros días ha sido objeto de interés de todos.

El edificio se situó en el monte Moriá, que en tiempos del rey David constaba con una cima de aproximadamente 40×100 metros. Durante el reinado de Salomón se agrandó. Pero fue en los tiempos del rey Herodes cuando su superficie se aumentó hasta formar una explanada de aproximadamente 500 metros de largo por 300 metros de ancho. El patio interior del Templo se rodeó por un muro formado por tres capas de bloques de piedra cubiertas por vigas de madera de cedro. En este patio interior podían entrar los peregrinos y las masas de fieles, pero el Santuario del Templo sólo era accesible al rey y a los sacerdotes. La construcción del Templo de Jerusalén fue el evento más importante del reinado de Salomón, gracias al cual su nombre se ha recordado hasta 30 siglos después de su muerte. Ya en la bíblia el Templo había acaparado la mayoría de los escritos donde aparecía el rey Salomón. Su fama ha trascendido los tiempos, influyendo -como edificio ideal diseñado por el mismo Dios- en la concepción de edificios como Santa Sofía de Constantinopla o el Monasterio de El Escorial.

Según lo escrito en la Biblia, la construcción del Templo de Salomón se realizó en el año 480 a.c, en el año cuarto del reinado de Salomón sobre Israel en el mes de Ziv que se correspondería con el mes de la iluminación, del resplandor de Dios sobre la Tierra. Existen hipótesis que dicen que fue construido para sustituir el Tabernáculo que durante siglos, desde el Éxodo, se venía utilizando como lugar de reunión y de culto a Dios.

El texto corresponde al primer libro de los reyes, del Antiguo testamento y comienza hablando de la construcción del templo por orden de Yahveh diciendo:

“ Por esta casa que estas edificando, si caminas según mis preceptos, obras según mis sentencias y guardas todos mis mandamientos para andar conforme a ellos, yo cumplire mi palabra contigo, la que dije a David, tu padre, habitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo Israel”

A lo largo de todo el libro, observamos que se analiza detalladamente la construcción del templo, su exterior, su interior y hasta su decoración.

Durante la construcción se deja notar un carácter prodigioso cuando habla de: “ durante su construcción no se oyeron en la casa martillazos, sierras…” ya que gracias a la divinidad se eliminan todos los objetos de carácter sucio, ruidoso o molesto. Esto se debe a la casa no es una casa común sino que tienen una connotación religiosa y divina, ya que es un templo dedicado a Dios y se justifica esta construcción con la alianza de Dios y el pueblo judío.

El Templo propiamente dicho, según este texto bíblico, era un edificio largo y bastante estrecho, orientado sobre un eje longitudinal en dirección Este-Oeste. El edificio debió tener una longitud interior de aproximadamente 60 codos de largo, es decir, 30 metros de largo, veinte codos de ancho, es decir, 10 metros de ancho y una altura de 25 codos de 25 codos, unos 12 metros de alto. Estaba compartimentado en un pórtico sagrado llamado Ulam delante del Hekal que sería un espacio sagrado rectangular por lo que se supone que el culto se hacía desde su exterior. El edificio, por lo que observamos en el texto estaba compuesto por ventanas que contenían celosías, es decir, contenían rejas que evitaban la entrada de luz solar.

A ambos lados de su entrada se erigieron dos columnas, llamadas Yajin que significaría estabilidad, que lo podemos relacionar con la estabilidad del pueblo judío y su religión, y Boaz que significaría fuerza, relacionada por ejemplo, con la fuerza contra otras culturas, religiones o países extranjeros.

Los sacerdotes y el rey entraban en el Templo a través de una gran puerta chapada de oro, de aproximadamente 10 metros de alto y 4 de ancho. Tras esa puerta se encontraban las ya denominadas estancias, Ulam y Hekal el edificio construido en piedra se cubrió con un solado de madera de cedro. Las paredes del «Hejal» se cubrieron con láminas de cedro, traídas de las montañas del Líbano, el mismo material de las vigas del forjado.

Una tercera cámara, el Debir, el Santo de los Santos se encontraba en la parte más interior del edificio, delante del Hekal, y en su centro se ubicó el Arca de la Alianza. Éste era un arcón grande, hecho de madera de acacia, cubierta con planchas de oro y con cuatro anillas a las esquinas en las que se ponían varas para transportarla. Dentro del Arca se guardaron las Tablas de la Ley, entregadas por el mismo Dios a Moisés. En estas Tablas se grabaron los Diez Mandamientos, sirviendo de conexión entre Dios e Israel.

No solo se habla de que se revistió el Arca de la Alianza sino que se revistió toda la casa de oro y decoró así el interior del edificio con dos querubines, dos ángeles con grandes alas que tocaban los muros recubiertos de oro y se esculpió en torno a los muros distintos relieves de querubines, palmeras, capullos abiertos…

B. Ampliada:

- “Fuentes de la historia del arte I” . Joaquín Yarza Luaces historia 16.

- “Arte y arquitectura del antiguo oriente”, Henri Frankford, manuales arte cátedra. 2000

- Historia del arte del próximo oriente . fernando de Olaguer – Feliu

Ed. Planeta Madrid, 1994

- Internet

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